Según ha publicado el Instituto Nacional de Estadística (INE) uno de cada cinco españoles vive por debajo del umbral de la pobreza, el 22% de la población exactamente. El número de hogares que aseguran que no pueden permitirse irse de vacaciones ni siquiera una semana al año es del 40,6%. Y las familias que manifiestan que no tienen capacidad para afrontar gastos imprevistos 39,4%.
El indicador AROPE de riesgo de pobreza arroja una tasa para España del 28,6%. Este índice se elabora a partir del porcentaje de población que vive por debajo del umbral de pobreza (8.011 euros para España), pero también incluye nueve variables más cualitativas. Así, el indicador tiene en cuenta si los encuestados han sufrido retrasos en el pago de los suministros de su vivienda habitual, si pueden irse de vacaciones, permitirse comer carne o pescado cada dos días, mantener su vivienda a una temperatura adecuada, afrontar gastos imprevistos, disponer de coche, de teléfono, de televisor o de lavadora.
Un dato que no ha aparecido en los grandes medios. Rivera desde Venezuela no ha hablado de ello. Rajoy, demasiado ocupado escribiendo cartas de amor a Junker, tampoco. Pedro Sánchez y Podemos parece que solo piensan en los debates y evitar/provocar el sorpasso. ¿Y a nosotros, nos preocupa este dato? Estoy de acuerdo con Gabilondo en que no. Quienes viven esa realidad parece que ya tienen bastante con sobrevivir –un 15% tienen un trabajo y ni siquiera así consiguen llegar a final de mes-, ¿pero el resto? Desinterés. Apenas nos dura la congoja unos segundos. Preferimos hablar de Venezuela. Más fácil, menos tedioso y exigente. Hablemos de ello, no quiero perder lectores.
Lo del viaje de Rivera y la explotación de Venezuela como arma ideológica contra Podemos es, siendo generosos, burdo y lamentable. No niego que su democracia esté en entredicho –como la nuestra-, y que la obligación de los medios sea informar de ello. Hasta aquí bien. El problema es cuando todas las noticias nacionales e internacionales se reducen solo a ese país. Nos tratan como si fuéramos unos ineptos subnormales incapaces de concentrarnos en varias noticias a la vez, nos ningunean la capacidad de discriminar y priorizar las noticias. Porque sí, sorpresa, podemos hablar de Venezuela, tema importante, y a reglón seguido hablar de lo preocupante que es la figura de Donald Trump como futuro Presidente de EEUU. También sería interesante hablar de los acuerdos con Arabia Saudí de ventas de armas y compra de petróleo que mantienen la guerra en Siria. O las semanas de huelgas y manifestaciones que se llevan produciendo en Francia para impedir la nueva reforma laboral –reforma muy parecida a la que aquí nos tragamos sin que nadie hiciera nada-.
Por eso es un escupitajo a nuestra inteligencia que crean –y consigan- que todo se polarice con estas distracciones tan toscas y evidentes que sonrojan. Hablemos de Venezuela para no hablar de los datos de la INE. Hablemos de Venezuela para no hablar de la corrupción. Hablemos de Venezuela para no hablar del programa político de cada partido. Porque esa es otra, las cosas han cambiado. Tenemos al PSOE con un acuerdo con Ciudadanos, ¿se mantiene ese acuerdo donde se formalizaba una especie de contrato único? ¿Van juntos a las elecciones, es ahora Ciudadanos un partido de centro o de derechas para Pedro Sánchez? Del PP no tengo ninguna duda, su programa real es lo contrario de lo que vayan a prometer: ¿bajada de impuestos? El IVA al 25%. Y de Podemos… ¿qué acuerdos han llegado con IU aparte de un lugar en las listas? ¿Qué soluciones REALES ofrecen aparte de demagogia sobre rentas universales y un programa económico que suena muy bien pero apenas se sostiene? Nadie explica nada. Venezuela. Venezuela. Venezuela. Venezuela.
Obviamente iré a votar el 26J y seguiré informándome día a día, aunque la bilis me amargue las mañanas. Pero como dije en el anterior post: nuestros políticos son un reflejo de nuestra propia mediocridad como ciudadanos. Por tanto, que nadie se queje durante los próximos cuatro años de recortes, privatizaciones y desgobierno del PP, un justo pago a nuestra pasividad. Echad un vistazo a la película "Los santos inocentes" y a la escena de Paco “el Bajo” cuando ayuda al señorito en sus cacerías y se pone a cuatro patas a husmear en el suelo para encontrar una perdiz. Pues ahí seguimos: en el suelo, inmolados en una sonrisa de estúpido y analfabeto orgullo.
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