Su afición por el teatro y las letras ya se inicia en su adolescencia, donde forma parte de un grupo de teatro aficionado como directora, poniendo en pie obras de autores como Antón Chéjov o William Shakespeare. Cursa sus estudios universitarios de Arte Dramático en la Universidad de Bristol, donde se licencia con matrícula de honor. Allí, aunque piensa en convertirse en actriz o directora, empieza a decantarse por la escritura.
En 1994 escribe su primer texto Sick, una trilogía de monólogos, cuyos temas centrales son la violación, la bulimia y la sexualidad. Estos tres argumentos, junto al dolor, la crueldad, la tortura y el amor, serán sus ejes creadores. En 1995 estrena en Londres la obra Blasted (traducida como Reventado y Devastados), que suscita un auténtico escándalo por gran parte de la crítica, acusándola de obscena y violenta. Sin embargo, dramaturgos consagrados como Edward Bond o el Premio Nobel de Literatura 2005 Harold Pinter, defienden públicamente la obra y consideran a su autora como una de las dramaturgas crecidas en la era Thatcher con mayor proyección. Esta obra inicia una gira exitosa por Europa y es traducida rápidamente a otras lenguas.
“Aquí estoy yo y allí mi cuerpo, Bailando sobre los vidrios en una época de accidentes donde no hay accidentes no tienes opción la opción viene después, córtenme la lengua, arránquenme el pelo, amputen mis miembros, Pero déjenme mi amor, hubiera preferido perder las piernas, Extirparme los dientes, Vaciarme los ojos Antes que perder mi amor”
Aunque Sarah Kane se mostraba abierta, dinámica y lúcida en público, la autora se encontraba cada vez más dominada por la depresión maníaca que padecía. Las obras de 1998 trataron sobre la violencia de psiquiatras y el dolor de enfermos con trastorno mental: en abril presenta Purificado (Cleansed), texto dedicado a los pacientes y al personal del Es3, división de hospital psiquiátrico donde cada vez es ingresada con mayor regularidad y en agosto estrena con el pseudónimo de Marie Kelvedon Ansia (Crave), una obra muy difícil de clasificar, porque Sarah Kane experimenta sobre las fronteras de lo literario. No es nueva la teoría de los huecos, o como Hemingway la denominaba: “teoría de la omisión”, que nos dice es que la literatura está compuesta de ausencias, de misterios, de cosas que no quedan explicadas, porque es ahí donde reside la fuerza de la lectura, en que todo quede más implícito que explícito. ¿Qué sucedería entre unos personajes que fueran hablando entre sí, un diálogo casi incomprensible donde todo son huecos y a duras penas uno puede comprender el hilo de la conversación? Eso es lo que intentó Sarah Kane, y lo que indudablemente provoca que más de uno se levante del teatro antes de que termine la obra, por no poder aguantar lo que parece un montón de frases inconexas superpuestas en varias voces. Merece la pena el esfuerzo, porque, naturalmente, no hay nada al azar, los personajes tienen vínculos entre ellos, solo hay que ir deshilachando el aluvión de frases inconexas para dar sentido a la obra.
En enero de 1999, Sarah Kane ingresa voluntariamente en el Maudsley Hospital de Londres, mientras que la crítica se rinde ante su talento. Cada vez más enferma, Sarah escribe para desahogarse un monólogo donde vuelca toda su desesperación, su deseo de vida y amor, pero que solo haya una salida en el suicidio. Este monólogo se titula 4:48 Psicosis, y hace referencia a la hora en que más suicidios se comenten ya que, según estadísticas inglesas, es en esa hora aproximada cuando acaban los efectos de los fármacos tomados la noche anterior. La obra muestra qué es lo que pasa por la mente de una persona cuando ya no distingue lo real de lo imaginario, los recuerdos de lo fantasioso, los sueños de las pesadillas. Las notas del diario de un suicida, notas que más que explicar se dedican a jugar con el lenguaje.
“No es culpa tuya, es lo único que oigo, no es culpa tuya, es una enfermedad, no es culpa tuya, ya sé que no es culpa mía. Me lo vienen diciendo tan seguido que empiezo a creer que sí es mi culpa”.
“Citalopram 20 mg. Temblores matutinos. Sin otra reacción.
Se discontinúan la Lofepramina y el Citalopram luego de resultar la paciente completamente harta de efectos secundarios y falta de obvias mejoras. Síntomas de la discontinuación: mareo y confusión. La paciente se derrumbaba una y otra vez, desvaneciéndose y tirándose bajo los automóviles. Ideas alucinatorias: cree que el médico es anticristo.
Hidrocloruro
de fluoxetina, nombre comercial Prozac, 20 mg., elevado a 40 mg. Insomnio,
apetito errático, (pérdida de peso 14 kgs.,) ansiedad severa, incapaz de
alcanzar orgasmo, pensamientos homicidas hacia varios doctores y fabricantes de
medicamentos. Interrumpido.”
Tras terminar el texto, Sarah Kane intenta suicidarse tomando 150 pastillas antidepresivas y 50 somníferos, pero es encontrada a tiempo y trasladada al King's College Hospital. Tres días después, durante unas horas en que estuvo sola, se ahorca en el baño. Acababa de cumplir 28 años dos semanas antes.
Vídeos de dos de sus representaciones completas y enlace al pdf de “Psicosis a las 4:48”:
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