Estoy en un periodo de
indolencia absoluta, de pobreza espiritual que me impide escribir nada, crear
nada. Es gracioso, por un lado aborrezco todas las salidas habituales de mis
conciudadanos para soportar el hastío existencial, me refiero al triunvirato
neoliberal: familia, trabajo y consumismo. Tener hijos me parece un acto de
irresponsabilidad, de bajeza moral. El trabajo no vocacional –es decir, la
mayoría- me parecen paletadas de tierra
sobre mi cerebro, y el consumismo –la nueva religión y musa del siglo XXI-
tiene poco recorrido con los bolsillos llenos de pelusas. Pero da igual, no
digo nada nuevo, en el fondo todos son tópicos, la mayoría de la gente apenas
tiene tiempo para plantearse otra forma de vida, acepta su dosis de mierda y da
las gracias.
“Nulla dies sine línea” locución latina
que significa “Ningún día sin una línea” Se atribuye a Plinio el Viejo,
escritor, militar y naturalista romano (23 - 79 d. C.), que contaba la historia
del griego Apeles de Colofón, pintor oficial de Alejandro Magno, quien no
pasaba ni un día sin dibujar aunque sólo fuera una línea. Tradicionalmente es
un consejo que se da a los escritores, no hay que dejar pasar un día sin
escribir, sin crear. Era incluso una de las frases favoritas de Beethoven,
quién la escribió en alguna de sus partituras.
Metas. Objetivos.
También Plinio el Viejo es el autor de otra sentencia interesante: “Difficile est tenere quae acceperis nisi
exerceas”, es decir, “Para retener lo aprendido hay que practicar”. Siempre
es recomendable leer a los clásicos. La mayoría de los libros actuales son basura.
En cualquier
caso siempre existe el problema de la falta de inspiración. El olor a manzanas
podridas, la ausencia de mujeres con bragas de escarcha recorriendo la
habitación con sus gritos y sus besos. A veces te pones delante de la página en
blanco y es como estar desterrado, sin idioma, solo ruido, insatisfacción. Como
si la abulia fuera un parásito incurable de la razón. Como una hoguera de
ángeles sacralizando la página con su llanto escarlata. Luego hay otros días
que todo eso es una consideración secundaria, escribes para llenar un vacío que
existe dentro de ti. Como si hubiera una verdad emocional que al plasmarla por
escrito te permitiera sentirte de nuevo como una persona real, valida y así
justificar tu humanidad, tu tiempo, tu existencia.
Eso último
ha quedado demasiado intensito. Hay veces que solo escribes porque no hay nada mejor
que hacer. Porque quieres echar un polvo y sueltas el cebo a esas pequeñas
groupies de la decadencia. Otras veces escribes solo para demostrarte que
puedes hacerlo. O porque todo el mundo lo haces y piensas que no debe de ser
tan difícil. O quizás porque confundes Twitter con Poesía. O Ask con un Taller Literario.
O un Blog con una forma de Arte. O tener Seguidores con coronar una Montaña de
Mierda. A veces te inventas una vocación justo antes de que te corten el cordón
umbilical. O justo antes de que ella te pregunte si has publicado algún libro.
Tampoco importa demasiado, a fin de cuentas el talento es tan improbable como un decadente curando la anorgasmia de su musa. Pero recordad: algunos todavía seguís vivos, no os habéis convertido en Minions, seguid luchando por no desperdiciar vuestra singularidad. La mediocridad y el final pactado son inapelables, pero al menos hay que intentar llegar con cierta elegancia.
Escribir es pervertir nuestra idiosincrasia. Nos hace ser diferentes, y por tanto mejores. Oh, sí...
Tampoco importa demasiado, a fin de cuentas el talento es tan improbable como un decadente curando la anorgasmia de su musa. Pero recordad: algunos todavía seguís vivos, no os habéis convertido en Minions, seguid luchando por no desperdiciar vuestra singularidad. La mediocridad y el final pactado son inapelables, pero al menos hay que intentar llegar con cierta elegancia.
Escribir es pervertir nuestra idiosincrasia. Nos hace ser diferentes, y por tanto mejores. Oh, sí...
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