Siete de la tarde. Locura.
Fingimiento. Panero. Bukowski. Herrumbre. Sísifo y su piedra. Yo y mi cerveza. Tres.
Cuatro. Quizás cinco. Fricción no existencial. Fisuras en lugares incómodos de
mi cabeza. Incendiar las cortinas del prostíbulo con recuerdos románticos. Flotar
lentamente en el sopor del hachís. Escribir como un tartamudo. Banda sonora: Nine
Inch Nails, Trent Reznor. Tristeza exhibicionista. Las sabanas un escenario de
violencia. Me duele la cabeza. Estado mental: jodido. Lobo estepario rodeado de
mensajeros analfabetos. Desdén ante las modas y cualquier comportamiento
normal. Aburrimiento. Prefiero observar los uróboros atrapados bajo mi piel.
Como se mueven, espías de un jardín abandonado. Seguimos con los errores: recuerdo
tu falda airada, tu gesto agrio, tu coño ardiente. El amor. Amor destructivo. Pegajoso.
Genital. Tierno por equivocación. Inestable. Insomne. Vulgar. Traumático. Brusco.
Promiscuo. Desequilibrado. Voraz. Violento. Fanático. Turbio. Melancólico.
Pornográfico. Mudo. Torpe. Sofisticado. Taciturno. Catatónico. Desafinado.
Perpetuo. Abominable.
No sé de qué cojones estoy
hablando, no sigas leyendo. Nadie coge el teléfono en el manicomio, ¿quién eres
tú? Ah, ya, eres la que confunde azotar con evocar, la de los tacones infinitos
con forma de molino de viento, la que intenta convertir mi infierno un lugar
habitable. Eres la jaula de huesos, la guerra sin soldados, el mar sin puerto
pero con un faro abandonado, eres la flecha con resaca, la psicopatía más
dulce, la niña triste que juega de noche en las calles del otoño y esconde
debajo de mi almohada un punzón.
¿No has intentando nunca ordenar el caos de tu vida en jodidas metáforas sin sentido? Gestos de fracaso que se derrumban sin demasiado ruido. Joder. Otra cerveza. Vamos. Ven. Bailemos, sigamos practicando la tragedia.
Bueno... dicen que mañana va a caer una tromba de agua descomunal...creo que limpiará toda la mierda acumulada. Quien sabe si hasta puede borrar toda esa siniestralidad de tu disco duro. Sólo es un problema físico. Tu talento está a salvo.
ResponderEliminarUn beso.
A veces soy como un leproso mudo y sin campanilla al que le gusta dar abrazos, menos mal que existen las redes sociales y que puedo desaforar la futilidad de mi tiempo en ellas hasta que se me pase, ya ves, un decadente con Instagram, he perdido toda la impunidad literaria que me quedaba ;)
EliminarAquí no ha llovido, Madrid sigue igual de sucia, sigo solo, tímido, con vino y una jornada laboral pantagruélica en un par de horas. ya sabes, la náusea provoca sueño o insomnio, pero a veces lo que sabemos arruina lo que deseamos.
Gracias por leerme, besos!
Menos mal que no te suicidas, al menos hay un final feliz.
ResponderEliminarUn beso.
Será un final feliz para el público, para el protagonista kafkiano resulta un insomnio de futilidad insufrible. El otro día me metí en tu perfil y tenías más de veinticinco blogs, creo que deberías hablar con algún especialista…xD
EliminarBesos con lengua!
Algún especialista en leer correctamente, me temo...
EliminarUn beso.
Los insomnios son un rollo. Pero bueno, feliz noche.
EliminarUn beso.
Acabo de ver un poema de Bukowsky en dibujos animados y me he acordado de ti.
ResponderEliminarVuelves a dejar comentar.
El corto está muy bien, te recomendaría un par de entrevistas que hay por YouTube, pero a Bukowski tienes que aprender a apreciarle antes de los treinta, después resulta… insufrible, repetitivo, ajeno. Ya no estoy tan obsesionado con él, pero la verdad es que no encuentro heredero literario, leo cada vez menos, de hecho lo último que me he comprado ha sido la biografía de Andre Agassi. Así nos va.
EliminarHe dejado los comentarios abiertos porque ya nadie me comenta…xD si hubiera el número de antes los hubiera tenido que cerrar. Ya no tengo tanto tiempo, y a fin de cuentas las mujeres tenéis mejores maneras de demostrar idolatría. Oh, sí, supongo que también hay hombres que me leen, pero aparte de Sarco y los advenedizos no me resultan sus opiniones tan interesantes.
Te dejo, la botella me llama. Besos.
Sinceramente no existe cura para esta enfermedad llamada vida, pero aun nos quedan rituales a los que engancharmos para poder soportarla.
ResponderEliminarMe encantas escritor, no lo puedo evitar.
Todos los besos que quieras,.
a sus pies señor kovacs
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