Tenía por ahí un borrador
sobre consejos para escribir todos los días. Pero no me apetece corregirlo
ahora, además algunos conceptos se repiten de la entrada anterior. Hoy estoy
cansado. El calor. La resaca. El martirio inocente de las canas de mi barba. Hay
comida que parece mucho más comestible antes de introducirla en el microondas.
He abierto una cerveza. Y luego otra. Y otra. No escribes mejor estando
borracho. Eso es una idiotez. Pero te dejas llevar más fácilmente por el
subconsciente, crea un estado de libertad y desasimiento que te absuelve de la
modorra mental. La coartada para mantener un blog es borrar al menos la mitad
de lo que has escrito.
Releo a Pizarnik. Suena
tan depresiva como siempre. Enamorada de ciertas palabras como “viento”, “sed”,
“soledad”, deben de aparecer en casi todos sus poemas. Pero no es malo, son
como estribillos sobre el papel, meandros de metáforas que desembocan en un mar
de flores muertas. Sus poemas gritan palabras desde la boca del mudo.
Hoy he visto una película:
Danzad, danzad, malditos, dirigida por Sydney Pollack y basada en la novela “¿Acaso
no matan a los caballos?” de Horace McCoy. Está ambientada en la época de la
Gran Depresión: en EEUU se montaban espectáculos que consistían en hacer bailar
a parejas de forma continuada, día y noche, con pausas mínimas. Mientras
bailaban recibían comida, y si ganaban podrían sobrevivir con el dinero del
premio. Era algo grotesco, con pruebas cada vez más duras y extenuantes. Pero
existía un público deseoso de disfrutar de la miseria ajena y que patrocinaba a
parejas. A pesar del ritmo (1969) te mantiene enganchado y me parece
recomendable. Quizás ayuda no ver tan lejano ese poso de desesperación, de
miseria y abatimiento que viven los personajes en la película. En Europa, por
mucho que diga Rajoy y su cohorte de impresentables, la clase media está
totalmente abandonada.
Europa agoniza. Vendemos armas
a Israel mientras lanzamos proclamas en favor de la paz. Desmontamos la sanidad
y la educación en pos de convertir a generaciones enteras en ganado, en esclavos.
Todo se repite. Sin escrúpulos.
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