La única solución del
nihilista es ver las cosas a corto plazo, día a día. Si te alejas demasiado
para ver el cuadro completo corres el riesgo de que no te importe nada, que
veas la vida como muerte anticipada, sin legado real. No tenemos importancia,
somos una bolsa de plástico guiada por el viento, una entropía del ridículo.
Una escena, a veces demasiado larga, para algo que sólo es simple abono. El
presente adquiere entidad con el hedonismo, la ambición, el orgasmo, la pasión,
la normal disposición a la felicidad. Las secuelas no importan si consigues
dotar de significado a un proyecto vital, como si la metáfora de trascendencia
de tus actos fuera el vulgar movimiento hacia delante.
Esa es una de las razones,
aparte de la masturbación del ego, para escribir: Trascenderte. Intentar llegar
a nuestro núcleo y mostrarlo. No hace falta plantearse la batalla perdida de la
originalidad, el demiurgo escritor singulariza su experiencia común con los
detalles. Cambia el envoltorio de un regalo que ya hemos pagado todos.
Todos somos escritores, necesitamos
un poco de soledad y escucharnos. Lo que hacemos con el teclado es cambiar de
formato nuestros pensamientos gracias a la ortografía y la gramática. Como crear
música a partir de una partitura. El proceso mental es arduo, necesitamos
reflexión y aislarnos del ruido metafórico que nos rodea. Por eso es razonable
sentir envidia de esas personas que desprenden pasión vocacional por la
literatura, que necesitan escribir todos los días. Con la práctica su cerebro
trabaja continuamente analizando situaciones, buscando historias, añadiendo
detalles a esa doble lectura de la realidad y sus andamiajes. Es una pasión
esclava, sufren una sinestesia interior, fuente inagotable de imaginería.
¿Somos vulgaridad, otra
ventana iluminada por la noche sin demasiado misterio, otra conexión a Internet
malograda? Tanta palabrería para que luego aparezcan unos pechos acechantes, un
culo perfecto, y provoquen mi jaque mate existencial. La musa sigue tirando de
la cadena a sus elegidos, impidiéndoles que se ahoguen en su propia mierda.
Como diría Oliveira “La soledad es
esperarte”, bucle de paraísos perdidos en el que me conformo con atar el recuerdo de tus gemidos a mí...
***
El despertar.
Encontré una abeja que andaba a tientas por el suelo
Una pata destrozada, las alas rotas, sin el aguijón
La recogí, perplejo ante su determinación
De seguir adelante, a pesar de lo brutal y estúpido
De lo que le había sucedido
Consideré, recordé la lucha fatal
La agonía en la cara de los amigos heridos
Y el mismo estúpido impulso de continuar
Me enfadé con el injusto conflicto que sufren
La voluntad y el organismo
Me hice justo, me volví irracional, me hice extravagante
Observé la abeja, allí, tendida en la palma de la mano
La miré y le ordené con un grito áspero y furioso
¡PARA YA!
Entonces dejó de luchar, y de algún modo de pronto
Se hizo maravillosamente entera, y se levantó
Y se fue volando
La miré fijamente, estaba conmocionado, estaba abrumado
Por la responsabilidad, y no sabía por dónde empezar.
William Wantling
Eso es lo que me impresiona, hurgar dentro y escribir, pero al contrario, si se teme ser autoinvasivo entonces no se siente la inspiración suficiente, no se llega o no se transmite, todo esto me parece un fuerte ejercicio emocional que no creo al alcance de cualquiera.
ResponderEliminarPor ello, beso al escritor.
Hay que ser visceral con uno mismo, olvidar al público y a la vez tenerle un poco de respeto. Tienes razón: es un fuerte ejercicio emocional. Gracias por tu lectura ;)
EliminarUn beso.
Me maravillas, Es una suerte que escribas así.
ResponderEliminarEs una suerte que a veces me enfade con el mundo y necesite distraerme con algo que, en el fondo, no lleva a ninguna parte…xD
EliminarGracias por leerme. Un enorme abrazo.
De nada.
Eliminar:)
besos¡
Tienes esa suerte de escribir bien¡
La realidad es desalentadora, y el pasado marcado, y el futuro incierto... pero nunca dejamos de rebuscar en nuestro interior e intentar hacer algo con nosotros mismos. Escribir siempre ayuda, a vivir, a sobrevivir... yo creo que tener el don de la escritura junto a una gran pasión es liberador, me imagino sintiéndolo así.
ResponderEliminarMil millones de besos :)
Escribir es, en cierta medida, vivir dos veces, provoca cierto desasosiego rebautizar los recuerdos pero también es divertido una vez que estás inmerso en ello. La pereza de la primera media hora, por eso es bueno crear una rutina, deberías de imaginar menos y actualizar más a menudo ;)
EliminarUn millón de besos con sabor a chocolate y noches en vela.
Bah... Escribir solo es teclear, soltar palabras sin más :p
ResponderEliminarEl poema es el momento de gloria del loco, un chupete con forma de garfio. Pero sí, técnicamente es sólo teclear palabras, una detrás de otra, sin más ;)
EliminarBesos bella.
Ah no, yo hablaba de escribir sin más, para la poesía hace falta algo. Aunque sí, a los que lo tenéis suele engancharos como pececillos incautos mordiendo un anzuelo, supongo que el cebo debe de valer la pena pues los poetas tendéis a reincidir a menudo.
EliminarBesos chere.