
No me conoces. No llevo bragas pero leo poesía. No soy tu puta ni tu niña. No me resigno a vivir de una vanidad ajena. Soy herida. Soy un esbozo que odia la humanidad. Soy un clítoris subversivo que disfruta mirando el cielo gris plomizo durante horas. Me excita chuparte la polla, más incluso que verte entre mis piernas. Me gusta juguetear con tu semen en la boca y luego lanzarlo hacia el estomago, ahogar las putas mariposas, sentir sus lamentos. Hago nudos de cereza con nuestros silencios.
Te gustaría encerrarme en tus ideas, provocarme complejo de muñeca hinchable. Pero nunca lo conseguirás. Hace tiempo que los monstruos, enamorados de mí, me rompieron el himen. Están tan dentro de mí que a veces lloro lentamente. Como si el dolor fuera un capricho. Como si así pudiera quitarle protagonismo y réplica a la Muerte. Voracidad. Insatisfacción. Inseminación. Diseminar. Mutilación entre la tinta de los dedos. Pelusas que se creen reyes. El verbo penetrando como signo fértil del lenguaje. Adornar la destrucción con guirnaldas de fuego y náusea.
A veces la neurosis se disfraza con faldas demasiado cortas y un color de pelo distinto cada jueves, pero quizás porque te desconozco todavía no me aburre follarte.
Anécdota. Te
masturbo con la izquierda. La derecha es para las dudas sin milagros térmicos. Te
corres y voy al baño a limpiarme. Goteándote por todo el pasillo. Escuchando de
lejos los gritos del niño autista. Y reconozco que me sobra todo ideal romántico. Y que me gustaría que en vez de silencio hubiera violencia. Que me
cogieras del pelo, me tiraras al suelo y me obligaras a chuparte la polla. Que me
rasuraras con tus dientes. Que me hicieras lamerte dentro y fuera. Porque en el
fondo lo que quiero es sentirme sucia de amor, sucia de vicio, sentir algo real
que me obligue a querellarme a la vez con la vida y mis ansias de suicidio.
Bella metáfora de un complejo mundo interior. O del lado oculto de mi sonrisa.
O quizás de un pecho inhóspito que lubrica carencias.
Valora mi premeditado nivel de cosificación. No seas, por favor, tan jodidamente limitado.
Valora mi premeditado nivel de cosificación. No seas, por favor, tan jodidamente limitado.
Hacer nudos de cereza con silencios... Cómo me gusta. La he imaginado con aquella camisa de árboles muertos y la música inquietante. Suena perfecta, fascinante.
ResponderEliminarBesos poeta.
La frase tiene ese componente sexual sutil que tanto me gusta. Nunca terminas de desprenderte de ese halo inquietante pero certero que tiene la música de Joy División. Y sus letras. Me gusta esa camisa.
EliminarBesos musa.
Me abrumas!
ResponderEliminarEsa es la intención siempre ;)
EliminarBesos.
Creo que te estas refinando en tu poesía, no se si esto será bueno.
ResponderEliminarUn beso.
Ja, ja, ja. Bueno, espero que sí, al menos para mí si resulta satisfactorio ;)
EliminarBesos Amapola.
jajajjja, me alegro...
EliminarUn beso.
Sin palabras, sin aliento... Uf!
ResponderEliminarBesos.
Quizás exagero buscando no aburrirme al escribir, pero siempre me ha interesado buscar algo distinto en el teclado.
EliminarGracias por la lectura ;)
Besos.
Siempre se te ha dado bien ponerte en el lado femenino de la luna, no es esta una excepción.
ResponderEliminarUn beso, enfant terrible.
Me gusta indagar en la desazón femenina, en toda esa rebeldía que a veces demuestran, esa sutil pero brutal perspectiva que algunas mujeres tienen de la vida y los roles. Me enamoro en tres párrafos. Lo cual tiene mucho más sentido que la realidad habitual que me aliena.
EliminarBesos!
Exquisito lugar! Un placer recorrerlo!
ResponderEliminarSaludos azules desde mis playas que esperan...
Cada día lo haces mejor (joder).
ResponderEliminarEse último párrafo... esa gran escena...
ResponderEliminarBesos abisales