Resumiré la investidura: Pablo Iglesias enorme, una gran elocuencia, excesivo en algunos momentos, quizás olvidando que si su partido quiere crecer no puede asustar al votante tradicional de centro. Pedro Sánchez adusto, calculado, entrando como figura presidencial en el inconsciente colectivo, pero con la fragilidad de quién tiene las manos atadas por el IBEX35 y los barones de su partido. Albert Rivera, otro animal político, el único que no leyó su discurso, inteligente y con talento –desgraciadamente-, y también el que más duro estuvo con el PP, exigiendo entre otras cosas que Rajoy se vaya y haya otro candidato. Rajoy: desagradable, disléxico, sarcástico, con ese complejo de superioridad de quien está cegado por la soberbia y su propia estupidez. Para mí sigue siendo un misterio la paciencia, el estómago y las tragaderas de esos siete millones de votantes. Y por último Garzón: como sucede con su partido fue ninguneado, ni siquiera los diputados del PP se quedaron a escucharle. Un tipo sagaz, inteligente, joven, que podría ser alguien importante si no estuviera en ese partido.
El resultado ya lo sabemos todos: un paripé. Una pérdida de tiempo. La política tendría que servir para cambiar las cosas, para llegar a acuerdos. Ahora lo único que hemos visto es el teatro, el vodevil, las declaraciones de unos y otros, ya preparadas, cada uno gestionando su protagonismo para preparar una casi segura precampaña electoral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario