He conocido gente en el
colegio y en mi primer año de instituto, la década de los noventa, que creía
realmente que la masturbación era mala. Estamos hablando de España. Sí, gente
cristiana, inteligente, culta, pero que no se tocaba ahí abajo, ni siquiera
hablaba de ello, porque en una asociación de ideas estúpida pensaba que dejarse
llevar por sus hormonas adolescentes era malo, pecado, y que superarlo era una
prueba con la que ganarían el cielo. Suena tan horrible y surrealista que de no
haberlo vivido pensaría que estaba en una distopía. Pero en los noventa, esas
ideas todavía se mantenían.
Años después pasamos por
el siguiente trauma: que tu pareja no descubra tus revistas pornográficas, que
no sepa que ves porno o te considerará un depravado… Una duda, ¿eres tú de esas?
¿REALMENTE te vas a enfadar conmigo? Espero que no quieras estropear tu
belleza. Soy un adicto a la pornografía. Pero también a ti. A tu cuerpo. A tu
voz. A tus labios. A tu pelo naufragando sobre la almohada. A tus pequeños
gemidos. Eres real. Pero mis orgasmos también. Vivamos un esplendoroso
libertinaje. Ya sé que hay mucha pornografía embrutecedora, que insensibiliza,
cuyo contenido es perverso. Pero también da ideas nuevas, permite follarte la
monogamia con mucha variedad. Saca tus propias conclusiones.
***
Blogger es para
románticos, si quieres notoriedad o reconocimiento deberías de esforzarte más
por utilizar Twitter, Instagram, o incluso hacerte un Tumblr. Pero he de
advertirte: esos cientos de seguidores que conseguirás enseguida no tendrán el
sabor clásico que antes provocaba ganar dos adeptos en Blogger. Eran dos lectores
con vocación de sequito. Dos incondicionales que siempre te dejaban algún
comentario. O dos haters que te perseguían con su odio hasta la última
actualización. Lo que quiero decir es que hoy en día lo importante es la
inmediatez, los grandes secretos del universo en apenas cinco segundos de
lectura, el titular, aprovechar con furia ese espacio de tiempo entre dos paradas
de metro, el descanso entre clases, o el momento justo antes de dormir cuando
ya estás en la cama. Ahora ese tipo de lector es casi universal. Y el círculo
vicioso se completa cuando el escritor ve inútil dedicar más de una o dos horas
a escribir sobre un tema, documentarte, elegir una imagen y un buen título,
cuando la entrada a su blog no va a tener más de cincuenta visitas. Quizás tengas
cierta vocación, pero necesitas público. Y al final te unes al club que
escriben pequeñas pildoritas de sabiduría maniqueas, tópicos de ciento cuarenta
caracteres que provocarán muchos me gusta, favs, y mierdas de esas.
Lo respetable es no tener
un contador de visitas. Lo respetable es escribir todos los días. Lo respetable
es ir a tu puta bola. No tener comentarios. Dedicar tu tiempo a lo único que
importa: escribir para ti, sin esperanzas ni expectativas, verbalizar tu vacío
y convertirlo en un hueco acogedor. Los comentarios al final se pueden resumir
en: sandeces, injurias y escozores intrauterinos. Si alguien me quiere decir algo
tiene mi correo, no tengo ningún punzón de hielo escondido, pero normalmente la
interacción social se devalúa cuando la comparo con mi pack de seis latas de
cerveza.
Supongo que todo suena muy
confuso y atropellado, pero la verdad es que me gusta hacer rebotar la pelota
en la pared.
***
Había en Madrid un garito
en arguelles donde solo ponían chupitos, y lo divertido era que cada chupito
tenía el nombre de un grupo de rock. “Ponme
dos Extremoduro, un barricada y tres de los suaves” era mi frase de
bienvenida. Todo el bar estaba empapelado, paredes y techo, con portadas de
discos. Los bajos de Argüelles fueron un lugar ideal, con bares dónde ponían
rock y heavy metal, recuerdo uno que hacía esquina donde ponían The Doors, HDS
y rock clásico todo el tiempo. Poco a poco el ayuntamiento, con multas y
restricciones, fue acabando con la zona, hoy solo hay silencio. Madrid se ha
convertido en un erial de ruido y silencios.
A lo que iba, yo no era
muy fan de Barricada en aquellos tiempos, pero hay noches especiales, no por
las cosas que ocurren sino por la compañía. Estaba con mis mejores amigos.
Gente especial. Gente diferente. Gente por la que hubiera hecho cualquier cosa.
Gente que ya ha desaparecido, porque la vida, el tiempo, sin grandes
estridencias ni motivos, suele convertir a los grandes amigos en grandes
desconocidos. Pero esa noche todavía éramos especiales. Y justo cuando sonó “En blanco y negro” de Barricada, ahí
estábamos los tres, las musas de faldas cortas canturreando sus promesas de
amor y sexo pero nosotros ajenos, en círculo, sobrecogidos, como en un baile de
peyote, el cerebro desbordado de droga y alcohol, pero felices. Entusiastamente
felices. Como solo puedes ser cuando la vida todavía no te ha dado una buena hostia.
Aunque han pasado años, y
las sensaciones siempre se atemperan, aun reverbera cierta sensación de épica,
de invencibilidad, de ingenuidad. Y no porque la canción sea objetivamente
especial, está claro que funciona más bien como faro de nostalgia. Pero, ¿Qué
importa? A veces solo necesitamos que algo, aunque sea una pequeña cosa, siga
en pie, inalterable. Ya se encarga el tiempo de estropear demasiadas cosas con
su lógica aplastante.
“Veo todo en blanco y negro
El vaso acaba siendo amigo mudo
Las mismas caras, los mismos gestos
Amigo mudo.
Quiero ser más rápido que ellos
Echar todo a perder, un día tras otro
Y un buen rato después saber llegar a casa
Antes de que el sol me diga que es de día.
Tengo tiempo para crecer, la ciudad parece distinta
Durante horas puedo ser capaz
De emocionarme en estas calles y andar inmortal
Aprendiendo cada esquina,
Solo quiero ser más rápido que ellos
Echar todo a perder, un día tras otro
Y un buen rato después saber llegar a casa
Antes de que el sol me diga que es de día.
Casi nunca se dónde estoy
No me importan los días ni la dirección,
Te preguntarás qué coño hago aquí
Dispuesto a buscar pelea si hace falta,
Porque sé que es un baile salvaje
Combate a mala cara
Veo todo en blanco y negro, blanco y negro.
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