El martes es mi único día libre de la semana. Soy un esclavo legal. Tengo
que pagar facturas, comida y alquiler. Está todo consensuado. Voy al trabajo y
siento la primavera de mi decrepitud. Soy una errata del tiempo. Una religión
muda. No sólo es el trabajo: es la energía perdida en tareas estériles. La
gente es extraña: se enfada por las cosas más triviales pero luego no reaccionan
ante el adocenamiento, ante la destrucción de su tiempo y su vida. Calculad cuántas
horas libres, de puro ocio y/o soledad, tenéis al día, sin obligaciones… ¿una
hora, dos? Sois unos esclavos. Como yo. O quizás no. Un decadente carece de
sentido del humor y transforma sus tragedias personales en estadísticas
ridículas.
Tampoco tengo fe. Soy humanista. Miro al espejo para intentar
contestar a las grandes preguntas. La gente que prefiere mirar al cielo e inscribirse
en una secta para no tener que cuestionarse nada y así administrar sus miedos me
produce rechazo. Dudo de su inteligencia, al igual que lo haría con un votante
del PP. Qué soledad la de Dios cuando todos aspiremos a una ideológica que se
base sólo en la reflexión y la ciencia.
Pero eso no importa demasiado. Vivimos atrapados en el capitalismo más
atroz. El dinero es el nuevo dios. Consumir como vía de escape, como nueva
vocación, como ambiciosa finalidad. Nuestra singularidad mental vendida al
mejor postor. El neoliberalismo preñando una sociedad clasista e injusta. Sobrevivir.
El legado deja de tener importancia. Somos números con cuentas bancarias. Código
genético cada vez más deteriorado. No hay arte, no hay ideales. Sólo miedo a la
soledad. Cioran, Unamuno, y en última instancia Bukowski, lo explicaron mejor
que yo.
El problema con la bebida es que la euforia no dura demasiado. Soy un alcohólico
disciplinado, pero a las dos horas las risas zigzaguean en mi interior como en
un panel de cuchillas oxidadas. Debería de hablar de otras cosas más divertidas,
las de siempre, ya sabéis: sexo duro, nostalgia, amores de color azul
escarlata. O de felaciones. El recuerdo de su lengua besándome los cojones. La mayoría
de las mujeres son engañadas por la palabra, por las lisonjas de una casta de
poetas carroñeros cuyos ripios nacen de la tirantez de su entrepierna. Pero no hay
nada malo en ello, habría que hacer de la necesidad virtud y pensar que la
demostración de amor más palpable, honesta y real es nuestra virilidad enhiesta
golpeando vuestras mejillas. Despertad: nuestra erección os embellece más allá
de cualquier canon de belleza estacionario.
A veces creo que la única solución al existencialismo desolador es
echar un buen polvo. Estamos demasiado reprimidos, ajenos a nuestro propio
cuerpo, incluso el orgasmo parece una coreografía. Tenemos que dejarnos llevar.
Desnudarnos de verdad. Transformarnos en putas. Romper las reglas. Encender la
luz y huir de lo mundano. Tocar. Arañar la carne. Ser libres.
Aunque la falta de modestia no suele tener un público paciente he de
decir que soy un buen amante. Ellas siempre vuelven. Hablan. Se desnudan. Después
del orgasmo vuelve su escepticismo, las críticas a mi falta de ambición. Incluso
esa tenue preocupación por mi futuro inmediato. Pero en cuanto a lo de antes…
no hay demasiado misterio: mi lenguaje se folla tu feminismo. Te golpeo con un
romanticismo que tiene forma de fusta y bofetada. Empujo con la lengua mi
misoginia en lo más profundo de tu coño. Me masturbo con tu cuerpo y luego te
acuno entre mis brazos.
Pero ahora estoy solo
No hay guerra ni ejército invasor
No hay ropa interior tirada sobre la cama
Sólo el silencio gris de una habitación
Que todavía huele a tu recuerdo
Que todavía huele a tu recuerdo
No se qué pensar del infierno, me ha llamado la atención el título.
ResponderEliminarUn beso.
No se qué pensar , quizás sí, quizas no. Feliz semana.
A solas con todo el mundo
EliminarLa carne cubre el hueso
Y dentro le ponen
Un cerebro y
A veces un alma,
Y las mujeres arrojan
Jarrones contra las paredes,
Y los hombres beben demasiado
Y nadie encuentra al otro,
Pero siguen buscando
De cama en cama.
La carne cubre el hueso
Y la carne busca algo más de carne.
No hay ninguna posibilidad:
Estamos todos atrapados
Por un destino singular.
Nadie encuentra jamás al otro.
Los tugurios se llenan
Los vertederos se llenan
Los manicomios se llenan
Los hospitales se llenan
Las tumbas se llenan
Nada más se llena.
Charles Bukowski
Bueno, pues el poema es demoledor.
EliminarPor lo menos eres una persona sensible.
Un abrazo.
¡Oh, Bukowski!
ResponderEliminarTambién Unamuno. Cioran. Parece que la clarividencia es hermana del pesimismo...pero ¿porqué siempre nos va a parecer que el optimismo es una simple agarradera utópica?
Pues fíjate que creo que a veces hay por ahí como hilos conductores...porque la escritura, como dice Juan José Millás, a veces se adueña de los cuerpos...;) parece una tontería que ahora te lo esté diciendo, ya lo sé. Pero lo cierto es que anoche andaba yo hilvanando un pequeño post...y qué casualidad, porque tú y yo no hemos hablado nada de esto. Pero te diría que yo hablo de lo mismo. Por supuesto que tú lo escribes mucho más hermosamente, pero por ahí van los tiros. Quizás son los síntomas de la primavera...las flores duran poco, pero su olor no es tan efímero en el tiempo...
Un placer leerte.
Besos.
A estas horas de la noche, y dado mi estado mental, lo mejor es que te conteste con un poema de Bukowski, breve y directo como la mayoría. Un beso bella lectora ;)
EliminarPOESÍA
se
requiere
de mucha
desesperación
insatisfacción
y desilusión
para
escribir
unos
pocos
buenos
poemas.
no es
para
todo mundo
ya sea para
escribirlos
o siquiera para
leerlos
prendado no, preñado de esta entrada.
ResponderEliminarmuerdes canino y cosaco. y yo lo brindo.
saludos
En ciertas ocasiones los cuervos juegan en mi casa al black-jack y mi mente se convierte en un arreglo floral. Miro al abismo, mis manos como garras, intentando sacar a los sueños de sus jaulas.
EliminarOtro brindis por ti.
WoW!
ResponderEliminarLa lluvia deja surcos de viejas historias, ¿Cuánto tiempo podré seguir usando mis huesos como muletas?
EliminarEstás desatado; se nota que la Primavera altera la sangre. Excelente entrado, ilustradora de una realidad que se cierene cada día sobre nosotros.
ResponderEliminarLos decadentes nos enamoramos de nuestra prisión de estaño y vino. No dejamos que florezca el miedo, intentamos escuchar la fotografía obscena de los sueños.
EliminarRealmente bueno, si señor.
ResponderEliminarMejor no pararse demasiado a hacer balance de supervivencia, conviene actuar y mirar hacia adelante ya que como se suele decir, posiblemente los árboles no te dejen ver el bosque.
ResponderEliminarPor otra parte, nunca dudaría de las cualidades de un poeta seductor ;)
Besos bajo las estrellas, escritor.
Quizá la falta de ideales tenga algo que ver con la falta de fe.
ResponderEliminarHay muchas cosas que requieren un acto de fe, y no he metido a Dios por medio.
:)