Hace dos meses tuve mi primer sueño. Estaba en un avión,
había turbulencias. No estaba segura del destino ni de nada, pero lo aceptaba
con tranquilidad, así son los sueños, como meterse en medio de una película,
sigues por inercia. Hablaba con mi compañero de asiento, un hombre con un
físico a priori poco afortunado, moreno, con gafas, pelo muy corto, barba y
ojos de miope. Parecía más mayor de lo que delataba su conversación, con esos
pantalones de pinza, los zapatos y ese jersey negro de cuello alto. La charla
discurría animadamente. Me comentaba que el libro “Drive” no merecía la pena,
que el director había hecho maravillas con el guión, que “Nada” de Jane Teller
era un eructo nihilista. Me ofendía que fuera tan taxativo, el libro de Jane me
había gustado, no pensaba que fuera solo para adolescentes. El movía las manos
y sonreía, se veía que disfrutaba mucho de la discusión. Me dijo que había
demasiados libros, que el tal Roald Dahl estaba sobrevalorado, que prefería
releerse a Bukowski o a Cortázar.
Hubo un silencio cómodo y nos presentamos, se llamaba
Carlos, como mi hermanastro. Me preguntó si era la primera vez que iba a New
York y si había cogido ropa de abrigo, ahora en septiembre el tiempo no era muy
estable. Ahí fue donde me di cuenta de todo, no tuve la necesidad de
comprobarlo en el atrezzo en forma de periódicos que había repartido por todos
los asientos. Jodido sueño retorcido. Pero seguí hablando, sin ansiedad, era la
directora y la actriz principal. Sí, le conteste, había querido ir con alguien
muy especial pero al final no pudo ser. Otro silencio cómodo.
A partir de ahí fue como si Carlos se fuera
transformando, cada opinión, cada gesto, cada detalle le hacía más y más
deseable. Y dos horas después -o quizás fueran solo dos minutos, la percepción del tiempo era imprecisa-, estábamos echando un polvo en los baños del avión.
Expresión burda, porque en realidad todo fue muy tierno…extraño, morboso,
imperfecto, incomodo, pero tierno. E intenso. Muy intenso. Cuando terminamos ya
habían empezado los gritos en el avión. Parecía asustado, pero no sorprendido. Se
escucharon golpes, un intenso sonido de descompresión. Quise despedirme pero
solo me dio tiempo a darle un beso antes de que nos estrelláramos contra una de
las Torres Gemelas.
Se lo conté a mi psicóloga pero no le dio demasiada
importancia. Demasiados documentales. Demasiada ansiedad. Supongo que no fue
culpa suya, nunca le había hablado de mi hermanastro.
Cuando tenía catorce años mi madre se volvió a casar. Nos
mudamos a la casa de su marido y ahí fue cuando conocí a Carlos. Tenía
dieciocho años y, aunque suene a tópico, no era como los demás. No era
simplemente que escribiera poesía, no era que la visión de su exuberante cuerpo
jugara con mis hormonas a su antojo, no era su mirada encantadora ayudándome, en
su nuevo papel de hermano mayor, con el inglés. Era su forma de existir, de moverse, sus extrañezas, las
opiniones que dejaba caer sobre cosas que ni siquiera sabía que existían. Para
mí la película que marcó mi adolescencia no fue Dirty Dancing, fue “Los amantes
del círculo polar”.
Odiaba con intensidad a todas sus novias. Una tras otras
desfilaban por casa, y luego apilaban sus mensajes en el contestador. Mensajes
sin respuesta. No estaban a su altura. Nadie lo estaba.
Aún recuerdo vívidamente aquel fin de semana. Era
domingo, me despertó de madrugada el ruido de la ducha, se había dejado la
puerta entreabierta, quizás acababa de llegar de farra o simplemente tenía
calor. Me apoye en el quicio de la puerta y le observé. Era la primera vez que
veía a un hombre totalmente desnudo. Se estaba masturbando. Tuve que clavarme
las uñas para no entrar ahí dentro y, no sé, devorarlo. Me temblaban las
piernas, respiraba aceleradamente, casi gemía. Él siguió durante varios minutos,
minutos eternos, deliciosos.
Luego me miro, o quizá solo fue mi imaginación. Nunca lo
sabré. Me fui corriendo a mi habitación y nunca volvió a repetirse. A partir de
ahí también estuvo conmigo por las noches, entre mis dedos.
Pasaron unos años, Carlos se fue a vivir al extranjero Se
espació nuestro contacto. Tuve novios. Pero él siempre estaba ahí. Cuando
cumplí dieciocho años me llamo y me dijo que me regalaría un viaje a New York,
que él se encargaría de hacerme de guía turística y de lo que necesitara. Murió
dos días después en un accidente de moto. Un accidente estúpido.
Lloré durante semanas, meses. Apenas comía, apenas vivía.
Me regodeaba en ese dolor, un dolor tan punzante, tan extremo que al final mi
familia estuvo a punto de internarme. Pasó más de medio año hasta que los
antidepresivos empezaron a funcionar. Empecé a olvidar, a adaptarme, a
cauterizar, a esconderle. Con otros cuerpos, otras drogas, otra vida.
Hasta que, quince años después, empezaron estos sueños.
El primero fue ese. Luego han venido más, todos más o menos parecidos. El
escenario cambia, puede ser un tren, un autobús, un edificio, una cafetería, siempre
inmersos ya en una conversación. Sobre libros, películas, banalidades del día a
día, anhelos. Siempre con esa sensación de ser desconocidos y amantes a la vez.
Luego hay un gesto, quizá suyo, a veces mío y hacemos el amor como preámbulo de
la muerte. Porque los sueños siempre terminan igual: un atentado, un accidente,
un incendio, un terremoto, un tsunami…
El problema es que esos sueños tan intensos -amanezco
totalmente encharcada y con agujetas-, empañan mi vida real, esa especie de show de Truman de baja audiencia. No
tengo ganas de ir al trabajo, incluso lavarme los dientes es una tarea
titánica. Como si vivir solo tuviera significado
cuando sueño con él. Supongo que nadie me había susurrado antes en catalán que
mataría monstruos por mí, supongo que nadie me había recordado antes tan
genuinamente al Carlos de mi adolescencia. Pero tengo miedo, porque alguno de
los dos sueña al otro, algunos de los dos no es real, e incluso si lo fuéramos
y pudiéramos vernos en persona ¿Qué sucedería? ¿Por qué siempre todo termina en
accidentes mortales, era una metáfora freudiana sobre el orgasmo?
El solo hecho de reflexionar sobre ello me convencía aún
más de que me estaba volviendo loca. Solo son sueños, literatura onírica.
Sublimación de esa necesidad de afecto, del vacío que produjo la muerte de
Carlos. De las decepciones, de la soledad. Tengo treinta años, joder, debo de
ser más racional, mantener la compostura. Pedir ayuda. Tomar algún tipo de
sedante que me haga dormir normalmente. No puedo dejarme llevar por mis
fantasías, comprar un billete de avión y presentarte en Barcelona a una cita
con alguien con el que sueñas. Es absurdo.
En eso estoy pensando mientras paseo inquieta a las once
de la noche por la plaza de Sant Felip Neri. En si el conjunto de suéter rojo y
falda de cuero negra me favorece con el maquillaje escogido. En que todo esto
es una estupidez. En sí realmente vendrá alguien o solo van a intentar
atracarme un par de ingleses borrachos. En que la plaza tiene una magia
especial y, aunque sea sola, ya solo por estar aquí ha merecido la pena el
viaje. En que si el sexo es así
en la realidad he estado perdiendo el tiempo durante muchos, muchos años. En
que…
De pronto, el sonido de unos pasos a su espalda
interrumpe sus reflexiones. Sea quien sea se acerca a ella decididamente. Está
muy nerviosa, no se atreve a girarse.
-“¿Irene…?"
Ror, es la metáfora del sueño más hermosa que he leído en mi vida. Un verdadero placer leerte. Realmente grande. Te felicito.
ResponderEliminarBesos
Gracias! No sé sí era una metáfora, pero me lo he pasado bien escribiéndolo del tirón.
EliminarUn besazo.
Tú no creas monstruos de papel...
ResponderEliminarMe has impactado. Es como si hubieras ido cogiendo retazos de todo lo que te estremece del mundo y lo hubieras juntado en una entrada. Me gusta tu romanticismo trasnochado. Me gusta todo esto...
Un beso fuerte y un abrazo pringoso, predicador
Iba a ser más apocalíptico, provocando al final el fin del mundo con sus encuentros en el mundo real, así es el amor, egoísta y trágico a la vez. Pero ya sabes, al final soy un blando.
EliminarUn beso guapa, espero ansioso tu mayoría de edad...xD
Como me ha gustado! Nueva york, los amantes del circulo polar, un amor platonico con un medio familiar, espiar masturbaciones, un viaje a Barcelona para conocer alguien con quien sueña?
ResponderEliminarespectacularmente romantico y de mi gusto.
Gracias esta entrada es un autentico regalo.
Vaya, una lástima que seas de Barcelona, sino sería una bonita declaración de amor/intenciones...xD Es bueno tener cosas en común. Feliz semana!
EliminarMe suena... odio Nueva York jaja... prefiero los campos de Canadá... jamás he cruzado el gran charco. Carlos que curioso... el mio no murió, pero como si lo estuviese... Pobre Irene. Tenemos algunos paralelismos interesantes Rorschach, si tu supieras... jajaja xD
ResponderEliminarLa biografía de algunas mujeres daría para un libro, pocas son una Esfinge sin secreto...xD New York tiene un punto interesante en las películas, cuando sea rico te invito a ir.
EliminarAbrazo.
jajajjaja... de acuerdo... pero acuérdate que me invitas, nos pasaremos por la Opera House ok??? besos!
EliminarAmores platónicos...
ResponderEliminarLos amantes del círculo polar...
Viajes...
Todo me resulta demasiado familiar! ;)
Un besazo!
Ah, empiezo a encontrar paralelismos en todas mis seguidoras. Interesante..xD
EliminarUn beso guapa, feliz semana, que seguramente no vuelvo a aparecer en varios días :)
Si te ausentas por amor te lo perdono...
EliminarSi es por otras índoles...arghhhh ¿que haré yo sin mi dosis de decadencia casi diaria?!
Besos.
Me ausento por falta de ideas y porque últimamente escribo solo para mí. Pero ya sabes, son rachas, lo mismo esta semana publico más que nunca :)
EliminarTienes toneladas de decadencia en el post de abajo, un post que por cierto me ha aburrido muchísimo escribir. otro motivo para descansar.
Un petó maca.
Gran historia. Me decepcionaría si no acabase con una desgracia explícita, un buen accidente que la congelase y la mantuviese tal cual por siempre... sin dejarla caer en la rutina de una relación con un gran comienzo pero sin nada más.
ResponderEliminarMe quedo con eso de las fantasías a los treinta, no sé qué manía de relacionar la edad con la desilusión crónica.
Un abrazo escritor, hoy tengo el día... aunque se me ha ido la inspiración de repente...
Bueno, la plaza es famosa precisamente por algo, pero reconozco que me he ablandado con el final, tenía pensado otra cosa, lo siento. Pero le he cogido cariño a Irene, me gusta que haga ese viaje, me gusta su desilusión, me gustan sus recuerdos.
EliminarLa edad...creo que a los treinta es cuando llega una de las primeras crisis existenciales, tienes una percepción del tiempo y de lo que vas perdiendo más clara, en base a decepciones personales que se empiezan a arraigar. Pero bueno, supongo que utilizo ese cliché porque es mi vida ahora.
Un abrazo a ti escritora...
Mmm... ¿simplemente delicioso? Hoy me apetecía un final feliz.
ResponderEliminarLos amantes del círculo polar, sin palabras.
Es realmente difícil cuando tus sueños se empeñan en eclipsar tu realidad, esa inapetencia general a lo "de verdad" cuando lo que quieres es lo que está en tu cabeza...
Vaya, haremos un club de fans de "Los amantes del circulo polar" a este paso...
EliminarHay que buscar un punto medio, pero a veces me gustaría vivir en una película de Kevin Smith.
Un saludo.
"Dirty dancing" y "Los amantes del círculo polar" no pueden ser dos opciones para una adolescente porque pertenecen a décadas distintas.
ResponderEliminarSi quiere llegar a ser un escritor de éxito debe documentarse.
Yo...metiendo cizaña.Y la peli que marcó mi adolescencia...."El lago azul".
"Eu misma causome pavor".
Tiene usted parte de razón, pero también hay que tener en cuenta que la película es del 98, una chica con catorce ahora tendría 27,28 años. Dirty Dancing me la vi por primera vez hace un año. Lo bueno del cine actual es que te hace ver películas antiguas.
Eliminarel Lago Azul es buena porque devino en una parodia en Top Secret
Yo me conformo con follarme a mujeres con éxito. Permítame el exabrupto, sé que esta ya acostumbrada.
Besos.
Literatura onírica... :)
ResponderEliminarGran foto, El Cuervo.
ResponderEliminarGran ciudad, New York.
Gran película, Los amantes del circulo polar.
Barcelona? Solo palabras bonitas puedo decir de mi ciudad.
Grandes recuerdos, unidos todos en un solo post.
Gracias.
Joder, no lo había leido... Eres cojonudo escribiendo. El del asiento de al lado eres tú, no? A mi me gusta Roald Dahl, llamame rara.
ResponderEliminarBesos!
Ja, ja. Bueno, este me costó escribirlo, no sabía como terminarlo. Tomaba ideas de aquí y de allá pero no tenía muy claro que tenía que suceder. Y bueno, al final de los pocos con final feliz. Lo de nombre era por el personaje de Sherlock Irene Adler.
EliminarEl del asiento soy yo, claro ;)
El comentario sobre Dahl era por picar a una seguidora, pero sí, creo que está sobrevalorado.
Besos guapa.