miércoles, 27 de diciembre de 2017

La pandilla plumilla (Serie de TV)

“La Pandilla Plumilla” es la absurda y ridícula traducción española de ‘Press Gang’, una serie británica de 1989 que se emitió durante cinco temporadas y cuya trama giraba en torno a la redacción de un periódico de instituto llamado ‘Junior Gazette’. En España, fue Canal + quien la emitió a principios de los noventa los domingos entre las 12.30 y las 13.00, fuimos muy pocos los que pudimos verla dado que solo la emitieron una sola vez. Asentada sobre las relaciones personales que se producen en un periódico juvenil, con un toque de comedia, algo de drama y poca acción, la serie funciona a través de los agiles diálogos entre los protagonistas.

En primer lugar estaba la fascinante Lynda Day (Julia Sawalha), la editora, de fuerte carácter, aguda y autoritaria. En el lado opuesto teníamos a Spike, el típico chico rebelde que está a punto de ser expulsado del instituto y le dan la opción de colaborar en la redacción para seguir matriculado. Fue la tortuosa relación Lynda-Spike lo que marcó el gran arco argumental de Press Gang y nos regaló discusiones, diálogos y pullas memorables. En medio de toda esta tensión sexual no resuelta mezclada con la ingenuidad del primer amor adolescente los guionistas se dedicaban a tratar asuntos tan oscuros como el suicidio, el abuso infantil o el peligro de las drogas, además de algún episodio de pura comedia lisérgica, sin sentido en el devenir de la trama y que nos dejaba alucinados por su originalidad (en comparación, claro está, con las series de la época, “estilo Sensación de Vivir”). ¿Quiénes eran los creadores de esta serie tan rocambolesca? Pues gracias a internet es fácil conocer la respuesta: estamos ante uno de los primeros trabajos de Steven Moffat (con esta serie ganó su primer BAFTA), en la actualidad productor ejecutivo y guionista de Doctor Who y responsable de la serie Sherlock.

“- Spike: ¿Puedo decirte algo?, te sonará raro, viniendo de un tipo al que acabas de conocer, pero creo que debes saberlo. Es como en la edad antigua, como hace miles de años, mataría un dragón para ti.
- Lynda: ¿Qué?
- Spike: Lo haría. Saldría y lo mataría. De hecho... te haré una oferta; si sales conmigo esta semana me comprometo a matar el primer dragón que vea.”

Quizás el motivo por el que todavía recuerdo la serie es que Lynda es la encarnación perfecta de Madoka Ayukawa, autosuficiente, autoritaria, un poco neurótica, un poco perfecta, pero a la vez con un lado sensible y frágil que esconde y solo saca en algunos momentos.

En YouTube tan solo se pueden ver dos capítulos en español, y algunos más en inglés. No se ha editado en castellano, y la única posibilidad de verla de nuevo es comprar el pack de las cinco temporadas en inglés sin subtítulos que se vende en Amazon.uk




2 comentarios:

  1. Hola, siento haber tardado tanto en contestar, las inclemencias de la vida real. A mí lo que más me sorprendió al escribir este texto es que detrás de esa serie que tanto me fascinó de adolescente estuviera Steven Moffat, uno de los pocos guionistas que todavía me emocionan con sus creaciones -a expensas de ver su nueva serie ‘La mujer del viajero en el tiempo’, que tiene muy malas críticas-. Y sí, Madoka Ayukawa, otra asociación de ideas demasiado friki, por eso me ha sorprendido que otra persona se diese cuenta de ello; supongo que compartimos edad. En cualquier caso, creo que se me quedó grabada en la memoria porque no pude ni siquiera terminar de verla, la pillaba algún domingo y era casi imposible poder grabarla o conseguir información sobre ella. Eso también me sucedió con KOR, y cuando coincidía delante del televisor saboreaba los episodios con fervor.
    Yo siempre he sido muy fanático de KOR, durante muchos años iba a ferias de manganime, compraba fanzines o cualquier cosa que tuviera que ver con la serie, pero años después me di cuenta que, a fin de cuentas, solo era otra comedia juvenil romántica, sin desmerecer, por supuesto, de su maravillosa música, los toques de ciencia ficción y la animación y diseño de personajes. Pero lo que realmente me enganchó y fascinó, aparte de pillarme siendo adolescente, todavía indemne cierta idealización de las mujeres, es el misterio, no tener ni siquiera todos los episodios, no saber quién la habría creado, por saber ni siquiera sabía cómo terminaba. Me imagino ahora con internet, descargándome en apenas media hora todos los episodios, el manga traducido -y con el formato adecuado-, toda la información, incluso el libro de ilustraciones de Akemi Takada a mi disposición con un solo click del ratón… ¿cuánto me hubiera durado esa fascinación? Unos meses, lo justo para ver todo, saborearlo, acotar y agotar el misterio de esa serie japonesa que tenía a la novia perfecta como protagonista.
    Y nada, perdona que me haya alargado, supongo que ni lo vas a leer porque has borrado el comentario, pero sentía que debía contestar. Un saludo.

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  2. Disculpa la tardanza en la contestación, tengo el blog abandonado y la vida real me está apretando el pescuezo con más virulencia de lo habitual. Pero pasemos a cuestiones más divertidas: todo lo que has contado lo he vivido en primera persona, por lo que mis 45 años no te deben de resultar muy lejanos. En mi caso, mi obsesión por KOR era tan virulenta que no dudé en comprarme los tomos en japones -sin tener ni idea del idioma, obviamente-, y comprar cualquier fanzine que tuviera alguna imagen o reseña sobre la serie. Imagina como era mi neurosis que cuando salió la Dokan Especial KOR, y sobre todo motivado por su CD lleno de contenido, no dudé en comprarme un ordenador, y unos meses después intentar conectarme a internet para buscar más imágenes, música, etcétera. También tengo por alguna caja todos los fanzines Mangazone, quizás los conozcas, una revista sobre manganime, de un diseño bastante superior a lo que por el 93 estábamos acostumbrados, que tenía una sección fija sobre KOR, lo que me permitió sacar de mi recuerdo a ‘Johnny y sus amigos’ y saber de dónde venía esa serie.

    Es probable que Izumi se limitase -teniendo en cuenta además la turbia relación que tienen los japoneses con el sexo-, a recrear cómo sería su novia ideal adolescente, de ahí que Madoka nos consiguiera fascinar tanto. Me apena la historia personal de Izumi, su enfermedad, decadencia, y muerte relativamente reciente. Escribí algo hace tiempo, si tienes tiempo y te aburres, te dejo el enlace: http://hermosadecadencia.blogspot.com/2018/04/como-defender-un-asesino-serie-de-tv.html
    Es la entrada del veintitrés de octubre del 2020, por si te resulta más fácil localizarla así.

    Lo de Linda Day ya fue distinto, porque no hubo manera de seguir la serie, creo que eran los domingos en Canal+, y pude ver pocos episodios; de hecho, por lo que me comentas incluso hoy en día es difícil conseguir material, ni siquiera está doblada, otro pedacito de los noventa idealizado, aunque lo importante es vivirlo en el momento, ahora no tendría ninguna resonancia en nosotros. Pero sí, yo también ‘busqué’ a Madoka, ya no solo en series, sino también en la vida real, con bastante infortunio, tengo que añadir. Pero bueno, esa es la parte divertida de las utopías románticas: que están encapsuladas en el ámbar de un contexto ingenuo e ideal.

    ¡Un abrazo!

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